TIEMPO PARA CONTEMPLAR?

             Conversar, usar el móvil, desplazarse de aquí para allá, comer deprisa, hacer las faenas que toquen, mirar el móvil sin que suene, desayunar de pie, aprovechar el minuto del microondas para calzarse, escuchar la radio mientras caminamos, limpiar el coche aprovechando que el semáforo está en rojo…

             Parece que el día está planificado, parece que todos los días están planificados…  Pero planificados para qué?

             Es como si esto consistiera en hacer cosas sin parar, en hablar con gente sin parar, en trabajar sin parar, en lo que llamamos “aprovechar el tiempo”.

             Parece que parar nos devalúa. En cierta medida es como si para sentirnos mejor fuera imprescindible estar ocupados continuamente en actividades de esas que llamamos productivas.  Como si parar de vez en cuando nos hiciera sentir que valemos menos; tanto para nosotros como para los demás.

              A veces nos centramos exclusivamente en las metas y nos olvidamos de los procesos. Y parece ser que el proceso, el camino tiene bastante relevancia en nuestra satisfacción y en la que salpicamos al prójimo.

              En el día a día nos encontramos con personas comprometidas con lo que hacen y con las personas que les rodean, planifican sus tareas pero viven el tiempo de otra manera.  Funcionar contrarreloj no es una opción que barajan.

              El camino para conseguir las metas diarias lo viven tratando de que les genere satisfacción. Entre actividad y actividad saben parar, sentir lo que están haciendo, saben tomar conciencia de ello. Cuando te encuentras con una de ellas te transmite cierta sensación de bienestar, de paz. Y ojo, no es que el tiempo no les cunda, incluso nos puede sorprender las inquietudes que les definen. Sin embargo invierten en momentos de silencio. Sacan un puñado de segundos para contemplar lo que les rodea. Pequeños detalles forman parte de su hacer.

              Puede que la productividad merezca la pena medirla en otros términos.

              Quizá sea bueno darse tiempo para ir paso a paso, coger aire, descansar antes de estar cansado, aprovechar para mirar por la ventana durante el minuto de microondas, oler un color o saborear un olor, comprobar lo cómodo que es desayunar sentado, caminar escuchando el viento, cuidar al otro cuando nos mira, cuando nos habla.  Quizá una actitud más contemplativa, más sosegada,  no sólo no está reñida con las metas sino que le da sentido a nuestro camino.

               Pequeños pasos para pequeños pies.